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Investigación Ítalo Sifuentes Alemán
Dos fenómenos de la sociedad limeña, la inseguridad ciudadana y el escándalo que significaba ver los amancebamientos de las parejas en las calles de la ciudad, también generó que en 1674 el virrey Baltasar de la Cueva dicte radicales medidas para intentar revertirlos: prisión, multa y destierro para los delincuentes y los convivientes escandalosos.
Contra la inseguridad ciudadana, ese año dispuso por norma que los soldados todas las noches realicen rondas, tanto a pie como a caballo, con el fin de garantizar “a los vecinos su quietud, vida y haciendas”. Asimismo, ordenó que a los militares de infantería y caballería se les pague por brindar este servicio a favor de la tranquilidad en las calles.
Respecto a la exhibición de amor en la vía pública, y a la violencia con que a veces las parejas fuera del matrimonio resolvían sus asuntos personales, el virrey manifestó: “Con la misma eficacia evité los desafíos y amancebamientos públicos y escandalosos, sin excepción de personas, ni atención a respetos humanos, desterrando y multando en la forma conveniente a los que incidían en estos excesos y vicios”.
El virrey Baltasar de la Cueva, madrileño que gobernó el Perú entre 1674 y 1678, dejó esta información en su memoria de gobierno, con fecha 4 de agosto de 1681, a su sucesor, virrey Melchor de Liñán y Cisneros.
A continuación, parte de la transcripción de las medidas que dio el virrey Baltasar de la Cueva en 1674:
“Hice promulgar diferentes y útiles bandos dirigidos a la paz y segura conveniencia de este Reino, obligando a todos a la más exacta observancia de ellos, por cuyo medio le mantuve todo el tiempo de mi Gobierno en la suma paz y tranquilidad que se vio, sin disturbio leve ni desgracia considerable. En ninguna de estas dilatadas provincias y distritos de mi jurisdicción, disponiendo que, en Lima, además de las rondas ordinarias de los señores alcaldes del Crimen y los ordinarios de la ciudad, en que unos y otros cumplían con gran vigilancia y cuidado con su obligación, hubiese rondas de soldados, pagados, de infantería y caballería todas las noches, saliendo la ronda de infantería desde las siete hasta las once, y la de a caballo desde esa hora hasta el amanecer, excusando por estos medios los insultos y robos que de ordinario solía haber por lo pasado, y asegurando a los vecinos su quietud, vida y haciendas (propiedades). Con la misma eficacia evité los desafíos y amancebamientos públicos y escandalosos, sin excepción de personas, ni atención a respetos humanos, desterrando y multando en la forma conveniente a los que incidían en estos excesos y vicios”.
Más información en Historias ocultas, libro de investigación con más de 200 hechos de la historia nacional e internacional.

Imagen referencial. Grabado de la época medieval.