Address
304 North Cardinal
St. Dorchester Center, MA 02124
Work Hours
Monday to Friday: 7AM - 7PM
Weekend: 10AM - 5PM
Address
304 North Cardinal
St. Dorchester Center, MA 02124
Work Hours
Monday to Friday: 7AM - 7PM
Weekend: 10AM - 5PM

Por Ítalo Sifuentes Alemán

Felipe IV, rey de España, recibió en 1664 a Antonio Coyatopa, cacique de Cajamarca, quien ese año viajó de Perú a Madrid para entregar a dicho monarca un memorial suscrito por otros caciques de esa región en la que, en 1533, el inca Atahualpa fue ejecutado por los conquistadores españoles liderados por Francisco Pizarro.
En dicho memorial, el cacique cajamarquino expuso que ellos no tenían el quechua como lengua nativa y que, abusivamente, los españoles los hacían trabajar en los días de descanso, es decir, los días consagrados para sus fiestas tradicionales.
En su viaje interoceánico, acompañó al cacique el recoleto agustino fray Juan de la Madre de Dios.
Ante tales reclamos y tras la visita, el rey Felipe IV respondió que estos serían resueltos por el arzobispo y el virrey del Perú, es decir, Pedro de Villagómez y Diego de Benavides y de la Cueva, respectivamente.
A continuación, la transcripción de la comunicación del rey Felipe IV dirigida al arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez:
“Señor arzobispo de la Iglesia Metropolitana de la Ciudad de los Reyes: Habiendo venido a estos reinos don Antonio Coyatopa, indio cacique natural que dice ser de Caxamarca en esas provincias. Me ha presentado en su nombre y de los demás caciques de ellas las molestias y vejaciones que reciben los indios, así de los gobernadores y doctrineros como de los españoles, ponderando las opresiones que padecen y castigos que les hacen, y el decaimiento y menoscabo a que por esta causa han venido, como más particularmente lo entenderéis por el memorial que en razón de esto puso en mi Real mano”.
“Al mismo tiempo me presentó a fray Juan de la Madre de Dios, recoleto agustino que vino de esas provincias, la falta de doctrina que había reconocido en muchos pueblos de indios, donde estaban idolatrando como antiguamente lo hacían, por no haber doctrineros que los instruyesen y doctrinasen. Yo, el Rey, Madrid, 6 de agosto de 1664”.