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Lima, 1783: ejecutaron en la hoguera al rebelde Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui. Lanzaron sus cenizas al Rímac

Por Ítalo Sifuentes Alemán

En 1780, la gran rebelión contra el virreinato español se realizó en Cusco y fue liderada por Túpac Amaru II, quien terminó ejecutado. La rebelión prosiguió en Lima, en Huarochirí, y estuvo a cargo de su primo, Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, quien también terminó siendo ahorcado y descuartizado. Su pareja, Manuela Marticorena, así como varios de sus seguidores, afrontaron diversas represalias. Gobernaba el Perú el virrey Agustín de Jáuregui.

El 30 de mayo de 1780, el rebelde Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui convocó a los habitantes de Ascensión, pueblo de Huarochirí, para formar un ejército con el cual dirigirse a la capital y liberar a su familia; finalmente, fueron detenidos en Lima, impidiendo los españoles que se promuevan nuevas insurgencias contra el sistema virreinal.

Esta información consta en el Archivo General de Indias, en la sección referida a los documentos de la Audiencia de Lima, cuya copia guarda la Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú, ello tras solicitarla a dicha institución archivística, ubicada en Sevilla.

La información que contiene este documento permite conocer que el español Miguel García, residente en el pueblo Ascensión, enterado del plan insurgente de Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, intentó capturarlo, pero fracasó y, antes de ser detenido por los partidarios de este líder indígena de Huarochirí, logró huir a Carampoma, poblado cercano al valle Santa Eulalia, para informar a las autoridades virreinales.

Al día siguiente, es decir el 31 de mayo, Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui ordena, a través de una comunicación, que se le unan los caciques y los alcaldes de los poblados cercanos para, juntos, ir a tomar la ciudad de Lima. Acudieron a su llamado los alcaldes de Laraos y Carampoma.

Al pueblo de San Pablo de Chauca llegó Ciriaco Flores, enviado por Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, para reclutar pobladores listos para luchar contra los representantes de los abusos de la monarquía española. En el documento citado también se revela que se unieron a la rebelión los pobladores de Otao, San Pedro de Casta, Chauca, Jicamarca, Chacta y Collata.

Al mes siguiente, el 2 de junio, el español Miguel García llegó a Lima e informó de lo sucedido a los funcionarios virreinales. En Carampoma, el corregidor Felipe de la Carrera enfrentó y logró capturar al traicionado Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui.

El día 6 de junio, en Lima, el corregidor Felipe de la Carrera lo entregó al virrey Agustín de Jáuregui, quien dispuso que el alcalde del crimen, José Rezabal y Ugarte, abra juicio contra todos los rebeldes.

Del 6 al 14 de junio duró el proceso a Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, Ciriaco Flores y demás insurgentes.

El 28 de junio la causa pasó al virrey Jáuregui, quien el 4 de julio dictó sentencia, tal como consta en el Archivo General de Indias.

La sentencia a Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui fue en el siguiente sentido: “Sea sacado de la cárcel y prisión en que se había, atado de pies y manos, sea arrastrado por las calles públicas y luego sea puesto en la horca, y colgado por el pescuezo hasta que muera. Verificada la sentencia, sea descuartizado y puestos sus cuartos en los caminos y su cabeza en jaula de hierro sea puesto, para ejemplo, en la puerta de las Maravillas y lo que resta del cuerpo sea quemado en la hoguera y reducido a cenizas, se arrojaran al río por manos del verdugo, sacándole antes el corazón para darle cristiana sepultura”.

Ciriaco Flores fue sentenciado a morir en la horca, y que luego sus extremidades las coloquen “en los lugares acostumbrados”. También se dispuso la confiscación de sus bienes, y que sus hijos y nietos pasen por la sentencia de ser declarados infames.  

La sentencia a Manuel Silvestre Rojas, Nicolás Almendras y Juan Tomás Palomino fue que reciban 200 azotes cada uno. “Que les sean dados en la forma ordinaria, por las calles públicas y acostumbradas” y, asimismo, la condena a diez años de presidió en África.

En la sentencia también se ordenó que el rebelde Felipe Gonzales Rimay Cochachina reciba la condena de “10 años de presidio en África”; que Sebastián Rojas pase 4 años de presidió en Valdivia (Chile) y que Domingo Fernández pase 4 años en el presidio del Callao.

A Manuela Marticorena, pareja del rebelde Felipe Velasco, la sentenciaron a pasar 10 años de reclusión en el beaterio “que dista 20 leguas de Lima”.

El 7 de julio de 1783 se ejecutó la sentencia a Felipe Velasco y a Ciriaco Flores. Ese día, fueron sacados de la cárcel y “arrastrados a la cola de dos mulas de alabarda, se les condujo a la Plaza Mayor de Lima, donde se hallaba puesta una horca de tres palos”. Luego, fueron descuartizados.

La cabeza de Felipe Velasco se puso en una jaula de hierro, y “se le mandó clavar en la puerta de las Maravillas, y los demás cuartos en todas las portadas de la ciudad”. Eso fue lo que hicieron con sus cuatro extremidades.

Según el mencionado documento, el cuerpo de Felipe Velasco fue llevado al “tajamar del Río Grande (Rímac), lugar en el que se había dispuesto una hoguera con mucha leña y se les quemó hasta que a fuerza del fuego se convirtió en cenizas, las que posteriormente se arrojaron a las corrientes de dicho río”.

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