Address
304 North Cardinal
St. Dorchester Center, MA 02124
Work Hours
Monday to Friday: 7AM - 7PM
Weekend: 10AM - 5PM
Address
304 North Cardinal
St. Dorchester Center, MA 02124
Work Hours
Monday to Friday: 7AM - 7PM
Weekend: 10AM - 5PM

Tras ganar en la batalla de Junín el 6 de agosto de 1824, los patriotas recuperaron el control de la capital peruana. Desde Huamanga, donde se preparaban para la batalla final, llevada a cabo y con triunfo total el 9 de diciembre de ese año sobre el ejército español, el clero en Lima debía demostrar su entera fidelidad a la causa de la independencia. Este es el oficio que el ministro general de Perú, José Sánchez Carrión, dirigió al platense Francisco Javier de Echagüe, gobernador eclesiástico del Arzobispado de Lima, alertando que “en esa capital, hay varios curas, unos que se han declarado abiertamente por los españoles, y otros cuya conducta está en duda”. Acá se comparte la transcripción completa de ese documento de hace más de dos siglos:
Por Ítalo Sifuentes Alemán
“Huamanga, setiembre 27 de 1824. Al Señor Gobernador Eclesiástico del Arzobispado. En este instante acaba de llegar la noticia de hallarse recuperada esa capital por las Armas de la Patria, y sin pérdida de tiempo me apresuro a poner en conocimiento de usted los asuntos relativos a la administración eclesiástica de las provincias de retaguardia, según lo observará usted por la nota de esta fecha, que tengo el honor de acompañar a usted aunque, por la lista que se incluye, advertirá usted los motivos que se han tenido presentes para las traslaciones de algunos párrocos propios a otros beneficios, en clase de interinos. No está demás el manifestar a usted que la razón principal de estas variaciones ha procedido, ya de la falta de eclesiásticos que merezcan la confianza del Gobierno, donde han sido necesarias estas provisiones, y ya, porque estos curas propios, se han considerado a propósito para llenar aquélla, como sucedió, por ejemplo, en el curato de Pachas con don Pablo Marticorena. Usted sabe muy bien el influjo de los párrocos en sus feligresías, siéndome muy doloroso decir a usted que, a muchos de ellos, debe grande retraso nuestra causa. Ellos han sabido acomodarse a las miras españolas, hasta el caso de haber abandonado su rebaño por seguir al ejército enemigo, confiados muchos de ellos en mitras y canongías. Bien sabe el Gobierno Supremo que, en esa capital, hay varios curas, unos que se han declarado abiertamente por los españoles, y otros cuya conducta está en duda, resultando de todo que a usted cumple hacer la indagación más circunspecta y detenida, para proveer a su regreso, pues sería muy doloroso que dejando el Ejército Libertador las provincias atrás, viniesen algunos españoles de los enemigos a perturbarnos con sus sugestiones peligrosas. Yo lleno mi deber con reencargar altamente a usted este asunto, que, de cierto, puede ocasionar muchas incomodidades, si hay la más pequeña condescendencia. Ha variado el teatro y ahora todos aparecerán patriotas, presentando informes y otras supercherías, con que se trata de alucinar en tales casos. El Gobierno Supremo considera con mucho respeto todo lo que tenga relación con la autoridad del Santuario, pero, al mismo tiempo, no podrá desentenderse de poner remedio en todo aquello que bajo este velo inquiete la paz pública. José Sánchez Carrión”.
